Fieles a su cita anual, centenares de personas acuden desde diversos puntos de la ciudad y estados aledaños a la iglesia de San Hipólito para a venerar a San Judas Tadeo, el llamado santo de las causas difíciles y desesperadas, y darle gracias por los favores recibidos a lo largo del año o bien, para solicitarse el consuelo o pedir ayuda a fin de solucionar alguna adversidad.
El peregrinar al templo ubicado en el cruce de las avenidas Paseo de la Reforma e Hidalgo inició la víspera. Familias enteras, grupos de amigos, vecinos o de forma individual, arriban al santuario católico y tras escuchar misa y/o permanecer un tiempo en él, se retiran para dar paso a más fieles.
Tal es el caso de Yolanda, procedente del municipio de Villa Nicolás Romero, Estado de México, quien acude desde hace cinco años al templo, los últimos tres acompañada de su niño de la misma edad: “San Juditas no ha ayudado siempre en todo momento, me ayudó cuando nació mi hijo Javiercito y ahora, estoy aquí, cada año y mientras pueda para agradecerle sus favores”, anotó.
“San Juditas es más grande que el medallón de Cristo. Él es el que camina y nos ayuda a seguir a Dios”, dice el sacerdote en turno a los asistentes a la misa, a quienes pide una transformación personal que contribuya a un cambio como sociedad.
Al término de liturgia, anima a los presentes a “echarle porras” al santo patrono de la Iglesia católica.
Control
Personal de seguridad en el atrio es el encargado de controlar el flujo de los asistentes, quienes luego de ingresar por la puerta principal, sobre avenida Hidalgo, son conducidos al templo, y salen por una puerta que da a Paseo de la Reforma. Dada la concentración de personas, el lugar es vigilado en todo momento por personal de la secretaría de seguridad capitalina.
En las inmediaciones, el número de comerciantes de artículos religiosos y los puestos de comida se incrementaron más de lo habitual, para el deleite de algunos peregrinos que tras su andar, degustan todo tipo de antojitos, como tamales, gorditas, pambazos y hasta buñuelos, acompañados de un atole o café calientito.
También se pueden adquirir medallitas, rosarios, escapularios, pulseras para “el mal de ojo”, además de las imágenes de “San Juditas”, ya sea bolsillo o realizadas con yeso, que va desde los cinco centímetros hasta el metro y medio, con costos que van desde los 10 hasta los 250 pesos.
La festividad se celebra en la liturgia católica el 28 de octubre, aunque popularmente suele ser recordado cada día 28 de cada mes.
En domingo, las misas se celebran cada hora desde las 7:00 hasta las 20:00 horas. Quienes no logran ingresar al lugar, pueden escuchar la misa a través de las bocinas colocadas afuera del inmueble católico.
El templo de San Hipólito y San Casiano fue edificado para rememorar la toma de Tenochtitlán. Se construyó sobre una ermita que Hernán Cortés había mandado edificar en conmemoración de los españoles caídos durante la Noche Triste (derrota de los invasores frente a las fuerzas mexicas en el año 1520).
Los historiadores refieren que la construcción del templo comenzó en 1599 y finalizó hasta 1740. Fue en 1982 cuando se colocó una imagen de San Judas Tadeo en el altar principal, razón por la cual hoy en día se conoce popularmente como el “Templo de San Judas Tadeo” o “San Juditas”.
Afuera del templo, un grupo de voluntarios provenientes de Santo Domingo Coyoacán, Oswaldo, Miguel y Alejandra, obsequian café caliente y pan a los asistentes como una manda por un favor recibido por “San Juditas”.
En otro sitio se ubica José Luis Tableros, de Amecameca, Estado de México, quien obsequia tacos de carnitas, los cuales entregará hasta que se acaben los 25 kilogramos de tortillas que trajo para agradecer el favor recibido por él y su familia por el patrono de las causas difíciles y desesperadas.